
Bierzo 2017 por Ricardo P. Palacios
Descubre todos los vinos del 2017 de Descendientes de J. Palacios en el Bierzo
Año de extremos, año de sorpresas
Nunca antes habíamos vendimiado tan temprano en nuestras laderas del Bierzo. Nunca antes habíamos empezado a vendimiar en el mes de agosto. Nunca antes la vendimia fue tan rápida, tan sólo un mes frente a los dos meses que suelen durar las cosechas más tranquilas y sosegadas.
La añada 2017 ha sido, como nunca, una temporada de extremos y sorpresas. La floración y el cuajado fueron especialmente exitosos, lo que de alguna manera vino a paliar las catastróficas heladas y tormentas.
Baja pluviometría y sequía estival
Singularmente revelador es el dato de precipitaciones de la añada: solo 423 litros por m2 de lluvias cuando un año normal ronda los 850 litros. Casi el 70% de esas precipitaciones cayeron desde noviembre a marzo. Los siguientes meses, en los que el viñedo desarrolla toda su estructura vegetativa, fueron de una sequía generalizada y continua, con lluvias débiles puntuales y de escasa importancia; la única excepción fue la tromba de agua que desató la tormenta del 9 de mayo.
Heladas y tormentas al final de primavera
La helada tardía de la madrugada del 27 de abril, con -6ºC durante nueve horas seguidas, arrasó todos los cultivos del valle del Bierzo. De forma localizada, afectó también a viñedos de nuestros más fieles proveedores de uva para la elaboración de nuestro vino regional Pétalos del Bierzo.
Pocos días después, el 9 de mayo, tuvimos la mencionada gran tormenta de granizo y lluvia. Con una duración de una hora, dejó innumerables daños en cosechas y terrenos y cubrió de un manto blanco varias zonas de Corullón. Debajo, la devastación. La ladera de Moncerbal resultó especialmente afectada; aquí no recogimos cosecha, tan sólo algunos racimos de los segundos rebrotes que nunca llegaron a madurar correctamente.
Posteriormente hubo más tormentas de lluvia, alguna especialmente intensa, que dieron lugar a innumerables corrimientos de tierra y deslizamientos de terreno.
Altas temperaturas toda la añada y olas de calor en verano
En diciembre y enero se rondaron temperaturas de 17ºC, cuando en años normales no se superan los 12ºC. Y ya en febrero se alcanzaron los 22ºC, algo del todo inusual. Esta tónica de termómetros cálidos se mantuvo a lo largo de la añada, lo que influyó en gran medida en la temprana maduración.
Las olas de calor, con una duración de hasta tres días, marcaron el verano: una en junio, dos en julio y otra más en agosto trajeron temperaturas mínimas medias de 20ºC y máximas de 37ºC, con picos rondando los 40ºC, cielos despejados y un ambiente muy seco.
Sensación de sorpresa
La impresión más importante de 2017, y de los vinos que nos está desvelando con el paso de los meses, es la sorpresa. Sorpresa por ver cómo una añada especialmente seca y con temperaturas extremas puede mostrarse en vinos de un equilibrio, elegancia y finura como nunca hubiésemos esperado en el momento de comenzar la cosecha, el día 21 de agosto.
Esta misma sensación de sorpresa se repite en las otras dos regiones donde elaboramos y tenemos noticias de primera mano. También a nivel europeo, dando sentido a la impronta que el Viejo Mundo da al vino y que cada añada, de alguna manera, influye caracteres similares a los vinos de las más diversas regiones.
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