La Famosa palabra “M”

Por Pedro Parra

Mineralidad, terroir, son dos de las palabras más usadas y prostituidas hoy día en la venta de vinos en el mundo. Por mi trabajo como asesor, y por mi trabajo vendiendo mis vinos, me ha tocado estar en múltiples ocasiones frente a gente que me trae vinos simples, muchas veces delgados, muchas veces algo sucios, y que me dicen “mira que mineral es este vino, viene de un gran terroir”.

Por otro lado desde ya hace unos años, amigos, importadores o gente “X” me envían emails cada vez que sale un estudio científico que prueba que la mineralidad no existe, que es un invento comercial esquizofrénico para poder vender la diferencia, vender más caro, o simplemente vender. Son los dos lados de la moneda.

Yo creo en la mineralidad, muero por la mineralidad. Aprendí de mineralidad allá por el año 2002 en Vosne Romanée, junto a mi amigo y socio Louis Michel Liger Belair. La verdad, me costaba entender a qué él le llamaba mineralidad, pero poco a poco, probando esos Pinot noir mi paladar se fue adaptando a aquello. Y aquello no se me olvidó más. ¿Cómo puedo yo explicar un “aquello?”. La mineralidad hay que vivirla, hay que entrenarla, hay que buscarla en cada productor en cada rincón del mundo. La mineralidad, gracias a Dios, es democrática, está distribuida en todo el mundo…

Mi carrera en el vino comenzó en un laboratorio de investigación, y me tomó 15 años, 8 vendimias y asesorar en 9 países para entender que los vinos y los números no tienen relación. Yo tengo un Philosophy Doctorate en París sobre terroirs. Mi trabajo, que duró 4 años, en la más famosa escuela de Agronomía de Europa, casi fracasa. ¿La razón? No fui capaz, científicamente, de demostrar que el peor terroir de mi cliente, era, numéricamente y estadísticamente, diferente del mejor. Tenía a mí disposición 67 parámetros de suelos, rocas, uvas y vino para demostrar que eran diferentes. Para demostrar lo que mi boca y la boca del enólogo, y la boca de todos, podía demostrar en un sorbo de vino. Pues bien, mi profesor y yo fuimos incapaces de demostrar las diferencias a través de un número. Y mi profesor era el número 1 en Francia en aquellos años.

Hoy sigo mi intuición, en mi trabajo y en mis vinos. Le creo a mi intuición, y no le creo a los números. He aprendido a reconocer los diferentes tipos de expresión mineral de un vino, si viene de granitos, de Schistos, de calcáreos, de Basaltos, etc. Y también he aprendido, con la fuerza de la experiencia y la vinificación, cuáles son aquellos terroirs que no son capaces de entregar mineralidad. Nadie lo ha escrito, nadie te lo enseña, sólo lo vas aprendiendo con los años y probando y probando vinos… Por eso, cuando me llegan papeles que me dicen que la mineralidad no existe, que no se ha podido demostrar que los minerales del suelo estén en el líquido, simplemente me hace reír.

Y luego me hace pensar lo egocéntrico que somos. El mundo de la ciencia es egocéntrico, y descarta algo, no porque no exista, sino porque ellos no han logrado demostrarlo. No porque mis ojos no ven las ondas electromagnéticas de mi Wifi debo defender que éstas no existen. No porque ellos no sean capaces de entender a qué nos referimos con la palabra M, no quiere decir que ella no exista.

He participado en el pasado en seminarios y congresos de terroir, en donde muchas de las personas, generalmente expertos en suelo, que escriben sobre este tema, no beben vino, o lo beben casualmente. No conocen el lenguaje del vino, no conocen las zonas. Por lo tanto, difícilmente podrán entender que es aquello a lo que muchos llamamos mineralidad.

Es un simple problema de comunicación o de tiempo. Pero para mí el tema no es tema, y solo trato, cada vez que puedo, de compartir mis experiencias y vinos con gente que ama el vino, y así, ir evangelizando de a poco a mis amigos y cercanos en este tema, y que un Chevalier Montrachet, un Saumur Champigny, o finalmente un Rioja, son vinos fantásticos y extremadamente minerales. Finalmente solo hay que abrir la boca, cerrar los ojos y seguir el corazón y no los números.

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Pedro Parra

Pedro Parra es PhD en Terroir (INA PG Paris, 2001), siendo formado esencialmente en Borgoña junto a su amigo y socio Louis Michel Liger Belair. Desde el año 2003 ha trabajado como consultor en esta area en 10 países (Chile, Argentina, USA, Canada, Uruguay, España, Francia, Italia, Armenia y Perú). Su trabajo innovador –la viticultura de la raíz dice él– le ha permitido ser electo en 2009, 2011 y 2013 como una de las 50 personalidades mas influyentes del mundo vitícola, según la revista Decanter. Pedro ha sido pilar en los nuevos movimientos de vins de terroir de Chile y Argentina. Finalmente, su gran pasión es la producción de vinos de terroir, siendo socio junto a Alberto Antonini y Attilio Pagli en Altos las Hormigas (Mendoza y Cahors), y en Chile junto a Francois Massoc y Louis Michel Liger Belair para los proyectos ARISTOS y Clos des Fous. Desde el año 2013, ha emprendido en el sur de Chile, su tierra su proyecto personal junto a sus hijos y señora, llamado Pedro Parra y Familia.  

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Este artículo tiene 1 comentarios

  1. simon Reply

    Nota escrita por un charlatán que trabaja con tuertos.

    pd: no existe universidad en el mundo que entregue diplomas en terroir

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