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Los vinos son espejos de todo aquello que los rodea. Con esa creencia trabajamos y nos esmeramos todos los días. En el alma de un vino se vislumbran el clima donde crecen las uvas, los suelos, la orientación, la altura, el paraje y la vegetación vecina a esas viñas. Todo queda grabado en las uvas. También la parte humana tiene su importancia. Queremos creer que el estado de humor de aquellas personas que trabajamos la viña y el vino, su espíritu, sus circunstancias, su ánimo, su forma de sentir y transmitir intervienen en la elaboración de nuestros vinos. No entiendo el vino como algo mecánico, industrial, artificial, impersonal sino algo fruto de paisajes, de la historia de los pueblos y de las personas.

Después de un invierno frío, la primavera 2012 fue muy benigna y facilitó mucho el trabajo en las viñas. La ausencia de precipitaciones desde mayo posibilitó que apenas se tuviese que dar ningún tratamiento de azufre a las viñas y propició un buen cuajado y una buena cosecha. En verano el ambiente eléctrico estaba cargado. Una gran granizada el 28 de julio destrozó muchas de las viñas. Ese día nos cambió el gesto y nos tuvimos que recomponer con más trabajo. En agosto la vegetación estaba al límite. En algunos robles el verde de las hojas se tornaba en marrón, las higueras sufrían para mostrar su cosecha y las viñas comenzaban a amarillear por sus hojas mas viejas. Todo hacía temer una añada cálida y madura. Pero, una vez más, la naturaleza nos volvió a sorprender y maravillar. Cuando todo parecía lo contrario, con los primeros controles de maduración y catas de uvas, nos encontramos con una visión muy diferente de la temida. La viña vieja había sabido adaptarse. La intensa sequía había propiciado que la maduración se parase. No había tanto azúcar y si mucha acidez. Alimentadas por las frescas noches de septiembre y octubre tuvimos la suerte de contar con un fruto de enorme potencial. ¡Incluso hemos llegado a vendimiar viñas con 13% de alcohol probable! Increíble, pero cierto. En uno de los años más secos que se recuerda en España, ha habido algunas viñas que nos han ofrecido uvas con menos alcohol y mayor finura que en anteriores años.  

Para mí, el 2012 fue un año de grandes cambios en lo profesional. Después de ocho años al frente de la bodega familiar Jiménez-Landi (2004-2011), nuestros caminos se han separado. Es tiempo de caminar solo en busca de la esencia. A partir de ahora me podéis encontrar en Daniel Landi Viticultor. Además sucedió algo inesperado entrando ya en 2013. Después de cinco maravillosos e intensos años, Fernando y yo recibimos la noticia de que Marc dejaba Comando G por motivos familiares buscando una vida más tranquila. Desde aquí, queremos agradecerle todo lo que nos aportó durante estos años y su amistad, que continúa más fuerte que nunca. Nos veremos más allá en la carretera, amigo!!

Y un año también de pérdidas en lo personal.  Muchas raíces se secaron y otras se retorcieron.  Aquellas personas que nos marcaron el camino, aquellas personas que nos apoyaron y nos ayudaron a levantarnos y a seguir, aquellas personas  a las que quisimos y se fueron no desaparecen mientras sigan en nuestros corazones. Ellas siguen en el paisaje y en cada metro de estas viñas que trabajamos. Ellas están también en mis vinos.

La vida es un camino que evoluciona y gira. El viticultor convive con todo ello. Una añada de lucha, de superación, de reflexión, de cerrar y abrir nuevas puertas y, a pesar de todo, de sentir lo maravilloso que es mi trabajo. Como si nos quisieran comprender, como si estuviesen conectadas, las viñas también tuvieron que sufrir y reinventarse para superar el verano. Una añada heterogénea en la Sierra de Gredos en donde las diferencias, entre los pueblos y los diferentes valles, son más evidentes que nunca. Una añada extrema, con una intensa sequía y, sin embargo, sutil y de una sorprendente finura en algunas ocasiones.

Cebreros (Ávila): El Reventón se vendimió el 8 de septiembre. El Reventón 2012 supone un paso más en la búsqueda de la fluidez de esta viña que ha tenido una gran progresión desde que comencé a elaborarla en 2007. Cada año se expresa menos contundente y el vino aligera equipaje viajando más ligero y sutil, sin por ello, renegar de su identidad. Una esperada sorpresa.

El Real de San Vicente (Toledo): Pocas botellas verán la luz de estas magníficas viñas buscando la selección dentro de la selección, la esencia de aquello que se pierde entre bosques de encinas, robles y castaños. El 23 de septiembre recogí la viña más alta de la D.O. Méntrida, Cantos del Diablo situada a 900 metros. Una viña que dará más de una grata sorpresa por su finura y perfil.

Rozas de Puerto Real (Madrid): El pueblo más occidental de la Comunidad de Madrid nos emociona y nos tiene maravillados.  La Bruja Avería 2012 es un vino que cada año se afina y perfila más representando la magia y delicadeza de las viñas de Rozas. Un recuerdo de crujientes frutillos rojos enmarca la fluidez que recorre el vino.

Las Umbrías, en las altas laderas del Cerro de los Corzos, se vendimió el 23 de septiembre. Después de la añada 2011, en la que la viña expresó algo mas terrenal que en 2010, Las Umbrías 2012 vuelve a ser un vino etéreo, aéreo, un vino de no peso, una fragancia en forma de brisa, un vino con aspiración a ser nube. Nuestro vino más delicado.

Ya en Ávila, en el valle del Alto Alberche hay unos pocos pueblos que desafían las inclemencias de un lugar abandonado, un paisaje lunar, rocoso y árido donde el frío está presente desde primeros de octubre. Parajes abandonados de la civilización moderna donde el tiempo fluye a otra velocidad.

En Villanueva (Ávila), excavada en las pendientes del pico Lobera, hemos encontrado una viña con pendientes del 50%, que trepa aprovechando el mínimo hueco que dejan las enormes piedras graníticas. Un paraje que huye del sol y la uva madura a la sombra de centenarios castaños que invaden el poco espacio cultivable. Una viña desafiante al tiempo, al árido clima y a las enfermedades. Plantada hace más tiempo del que muchos recuerdan, es una viña de pie franco que expresa el suelo que exploran sus vírgenes raíces. Vendimiada el 3 de octubre, Tumba del Rey Moro 2012 es un vino rústico, profundo, racial, vertical, puro. Un vino al filo de lo imposible.

La vendimia finalizó en nuestra viña de Navarrevisca (Ávila). La viña de Rumbo al Norte supone una continua alegría. Racimos perfectos recogidos el 5 de octubre engrandecían a esta viña que cada año mejora y ofrece mas matices. La vibrante acidez hace presagiar un gran vino. Un año mas, la joya de la corona.

Y para otoño, habrá una nueva sorpresa. Después de tres años de pruebas, Comando G sacará su primer vino blanco. Una viña a 1.200 metros mirando al norte con granito desmenuzado en el pueblo de Navatalgordo (Ávila) vendimiada el 11 de octubre. Delgado, frío y vertical.

Seguimos hechizados, seguimos hambrientos, seguimos amando lo que hacemos.

 

 

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