“Los rendimientos fueron bajos a causa de la sequía, pero la cosecha puede ser ya considerada una de las de gran éxito”

La primera mitad de 2018 estuvo marcada por fuertes lluvias y severas granizadas a lo largo del invierno, seguidas por una primavera mucho más suave.

Tras las frías temperaturas de marzo, una racha cálida favoreció el crecimiento de la vegetación e hizo florecer las cepas ligeramente antes de lo habitual. Esta tendencia se vio confirmada a partir de junio, de tal modo que el cálido y soleado clima se tradujo en un ciclo de la viña 5 días avanzado con respecto a la media.

En julio, la alta humedad combinada con el calor estival hizo difícil mantener la salud de las cepas, pero la constante atención por parte de nuestros viticultores aseguró que las cualidades de la viña fueran preservadas. Afortunadamente, el tiempo cálido y seco que se instaló a partir de entonces y durante 3 meses, con temperaturas que superaron en ocasiones los 30ºC, aniquiló los ataques del mildiu.

Pese a que las condiciones de la primera mitad del año no parecían anunciar una gran añada, las temperaturas récord, la escasa lluvia y la relativa sequía de los meses de verano rectificaron la situación. Las uvas eran pequeñas, pero extraordinariamente ricas en azúcar y taninos.

El avance del ciclo de la viña en este verano seco y caluroso supuso que la vendimia comenzara a finales de agosto para las uvas blancas y a principios de septiembre para las tintas. Se empezó por las parcelas de Aile d’Argent, del 30 de agosto al 5 de septiembre, y continuó con las de uva tinta, del 10 de septiembre al 3 de octubre.

Los vinos lucen intensos colores y gozan de excelentes estructuras tánicas. Los rendimientos fueros bajos a causa de la sequía, pero la cosecha puede ser ya considerada una de las de gran éxito.

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