El año 2020 fue uno de los más complicados a nivel climático de toda su historia, casi todos los factores jugaron en contra del manejo óptimo del viñedo.

La lluvia dificultó los trabajos del suelo, lo que unido a temperaturas elevadas produjo un crecimiento rápido de la hierba, dificultando su control. La forma de llover y las temperaturas ambientales propiciaron elevadas presiones del mildiu durante todo el ciclo y del oídio a partir del mes de julio.

Por otro lado, las reservas de agua acumulada produjeron racimos con bayas en general de gran tamaño. Aunque el estrés ambiental elevado durante todo el ciclo propiciara la desigualdad entre las cepas, llegando incluso a bloqueos de la maduración cuando los suelos más secos no lograron alimentar las cepas durante el envero.

El envero de las cepas bien alimentadas fue precoz. Sin embargo, las cepas peor alimentadas enveraron bastante más tarde. Cuando llegó la lluvia y el frío del mes de septiembre, esta diferencia llevó a vendimiar una parte de la Ribera del Duero perfectamente madura, mientras que otra parte estaba realmente inmadura.

La profesionalidad de los trabajos de campo realizados en ? PSI en 2020 ha sido clave para tener una buena cosecha. Los trabajos de suelo realizados a tiempo, pero sobre todo los trabajos de poda equilibrada de invierno, la limpieza en verde en junio y julio y el continuo tratamiento preventivo del mildiu y del oídio cuando era necesario permitió alcanzar una cosecha generosa, extremadamente limpia y madura.

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