Tras la vendimia de 2020, encontramos un otoño lluvioso y con temperaturas suaves, aunque dentro de la estadística de los últimos 10 años, llegando a caer 160 l/m2. El inicio de enero de 2021 contó con un frente muy frío y abundantes precipitaciones de nieve (Filomena), seguido de temperaturas muy bajas que alcanzan los -12ºC. El frío se prolongó hasta la tercera semana de enero. La nieve, junto con el deshielo lento y paulatino, provocaron una muy buena desinfección del suelo, aumentando la nitrificación y un buen incremento de las reservas hídricas. El final del invierno trajo temperaturas suaves que dieron paso a la brotación durante la segunda semana de abril.

Ocurren heladas de diversa consideración los días 17 y 18 de abril, causando daños de una gran variabilidad, dependiendo de las zonas, sobre todo de las más tardías. En los viñedos más viejos llegan a ser de un 12 o 15%. Se observa una bajada de las temperaturas a finales de abril y mediados de mayo, cosa que provocó un desarrollo lento en la vegetación. Subieron las temperaturas a partir de mediados de mayo, iniciándose la floración en los primeros días de junio y prolongándose hasta mediados de este mes (14-16). Durante el periodo de floración, hubo tormentas y temperaturas inestables que provocaron una fecundación irregular en algunos viñedos. Sin embargo, no se observaron ataques de mildiu u otras enfermedades.

A partir del 16 de junio, hubo un aumento de las temperaturas que aceleraron el ciclo vegetativo y provocaron una buena multiplicación celular. En este periodo, hubo algunas tormentas, pero de forma aislada. A primeros de julio, la viña se situó en el estadio vegetativo tamaño guisante. Ausencia total de lluvias en este periodo con temperaturas durante la primera semana de junio iguales o inferiores a la media, no superando los 28ºC de máxima. Es, a partir de mediados de julio, con un aumento de las temperaturas, cuando se reactiva el ciclo de la viña.

Comienza el envero la última semana de julio. Los primeros días de agosto encontramos temperaturas dentro de la media y ausencia total de lluvia.

Durante los primeros días de septiembre, lluvia que varía según las zonas, entre 10-20 l/m2 que favorecen el equilibrio en las distintas maduraciones: fisiológica, fenólica y aromática. Las primeras parcelas llegan a una maduración optima, entre el 10 y el 13 de septiembre, con una sanidad perfecta y un gran equilibrio en todos los parámetros.

Las lluvias intermitentes del 14 al 16 de septiembre obligaron a parar la vendimia, que se reanudó el 21 de septiembre, sin apreciarse ninguna consecuencia en la calidad de los racimos. A partir de finales de septiembre, bajaron considerablemente las temperaturas y hubo ausencia de precipitaciones, que hizo que se terminase la vendimia de los viñedos más jóvenes con una calidad excelente y una cantidad ligeramente superior a lo previsto.

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