Borgoña 2016 por la Maison Louis Jadot
La añada 2016 en la Côte d’Or
El invierno de 2016 fue tardío, con unas temperaturas más frías en los meses de febrero y marzo. Fue más bien húmedo si lo comparamos con la media. A principios de abril llegaron los primeros signos de que la viña despertaba, situando la añada en una precocidad relativa y muy comparable a 2015. Este inicio de primavera fue más bien suave, con lluvias regulares y un mes de abril fresco. La última semana de abril, una oleada de frío del polo norte penetró en el corazón de nuestras viñas. Un hielo tardío que, según los sectores, afectó los primeros brotes la madrugada del 27 de abril con una humedad en el aire significativa (-4ºC en Yonne, aunque sólo se necesitaron -1ºC/-2ºC en la Côte d’Or para destruir un gran porcentaje de las yemas). Lo que no quedó destruido por esta helada, lo quedó a causa del efecto lupa del sol, que brilló con intensidad la mañana siguiente.
La mayor parte de los viñedos del Beaujolais como del Mâconnais se libraron (excepto algunas viñas del norte del Mâconnais) pero los daños fueron significativos en la Côte d’Or de Marsannay a Rully, pasando por Chambolle o Savigny y en la región del Chablisien (especialmente en los alrededores de Chablis). Pasaton los meses de abril, mayo y una parte de junio con numerosas perturbaciones y con unas temperaturas, en general, por debajo de lo que es normal para la estación del año. La vegetación se estancó y las viñas heladas se quedaron paradas por el momento. El 13 de abril granizó en la región de Chablis (norte) y de Saône y Loire (Pouilly, Fuissé, Saint-Vérand). El 13 de mayo y seguidamente, el 27 de mayo en Mâconnais (Vergisson, Prissé) y Beaujolais (Romanèche, Chapelle de Guinchay) y afectó también una parte del Chablisien (Préhy, Courgis). El 24 de junio, afectó de nuevo el Beaujolais y a mediados de julio algunas picaduras de insectos en Chassagne y en la Côte Chalonnaise (sur). Fue un inicio de temporada muy complicado con una presión del mildiu sin precedentes en un contexto de viñas debilitadas por las incidencias climáticas.
Pese a ello, con el mes de julio llegó un tiempo más clemente, aunque con algunas temperaturas por debajo de las normales en los meses de julio, agosto y septiembre. ¡La primera reacción de la planta fue brotar fuerte y rápido en los suelos con una importante reserva hídrica! Nuestros viticultores corrieron por las hileras de viña para poder contenerla. La floración se dio a finales de junio, principios de julio en las viñas heladas, situando el año 2016 entre los años más tardíos (muy comparable a 2013). El envero sucedió durante la segunda quincena de agosto y algunos racimos cambiaron de color en los primeros días de septiembre. Era necesario esperar y ser paciente con las cepas cargadas.
Contrastando con el principio de la estación, durante este final de septiembre faltó agua ya que el verano fue bastante seco en la Côte d’Or (menos en Beaujolais y en Mâconnais o en Chablis). Esta lluvia necesaria llegó el 17 y el 18 de septiembre y decidimos esperar y aprovechar esa agua para dejar que la planta la usase para madurar. Las uvas estaban sanas y parecían aguantar bien. Empezamos la vendimia el 27 de septiembre (alargándose durante 10 días este año, 12 en el 2015). Las condiciones fueron excelentes.

Nuestra paciencia se vio recompensada y el nivel de madurez fue muy interesante. Los tintos son tiernos, con unos taninos maduros y dulces y con un extraordinario color negro profundo. Los blancos se cosecharon con un buen equilibrio y las fermentaciones fueron dinámicas.
Las temperaturas frías del invierno 2017 y de la primavera enfriaron claramente el ambiente de nuestras bodegas. Las fermentaciones malolácticas fueron tardías tanto en los pinot como en los chardonnay. Los vinos blancos son expresivos y frescos. La crianza en contacto con las lías aportó volumen y complejidad. Los tintos después de la malólactica guardaron una ternura gracias a unos taninos redondos y con una fruta fresca muy clara en nariz. La espesura llegará en unos meses.