Por el BIVB (Bureau Interprofessionnel des Vins de Bourgogne).

El primer trimestre de 2023 fue más templado de lo normal y la primera mitad de enero fue bastante cálida. Sin embargo, las temperaturas no dejaron de hacer el ‘yoyo’ entorno a los valores normales y no fue hasta los últimos días de marzo cuando subieron muy por encima de lo habitual, estimulando así la reanudación del ciclo vegetativo. Las primeras puntas verdes se observaron en la uva chardonnay y, a principios de abril, en la pinot noir. Pero la persistencia de alternar períodos con temperaturas suaves y períodos más fríos retrasó el desarrollo de la brotación. La etapa de brotación media se registró entre el 9 y el 17 de abril, por sectores y variedades de uva.

Aunque abril fue en general más fresco de lo normal, las temperaturas remontaron a finales de mes y se mantuvieron así durante los primeros 10 días de mayo, antes de la llegada de un nuevo período de frío, para volver a superar las normales estacionales a partir del 19 de mayo. Las primeras flores se observaron durante el fin de semana de Pentecostés (28 de mayo) y la floración rápidamente se generalizó. La fase de floración se alcanzó, en términos generales, los primeros 10 días de junio. Aunque marzo fue muy húmedo, se notó la falta de precipitaciones, lo que provocó importantes fenómenos de corrimiento, sobre todo en la uva chardonnay.

© Michel Joly / Hans Lucas

Las primeras bayas maduras se observaron a partir del 11 de julio, pero el envero no empezó realmente hasta finales de julio. La fase media de envero se alcanzó entre el 9 y el 12 de agosto, en pleno pico de calor, lo que ralentizó el proceso. Por otra parte, la maduración tuvo lugar a buen ritmo, gracias a las temperaturas estivales del momento. La acumulación de azúcares progresó con una media de casi 4 g/l al día, aunque el ácido málico se degradó significativamente y los valores de acidez total se vieron afectados.

Los meses de verano estuvieron marcados por fenómenos tormentosos, a veces violentos, y ocasionalmente acompañados de granizo, que causaron importantes daños a nivel local. Las tormentas de 2023 fueron de las más significativas de los últimos años, raramente observadas en estas latitudes templadas. Sin embargo, la acumulación de estas precipitaciones varió enormemente de un sector a otro y apenas logró compensar el déficit crónico de lluvias que se estaba viviendo desde principios de año. Se registró un primer pico de calor, de corta duración, a principios de julio; otro entre el 10 y el 25 de agosto, que destacó por mantener temperaturas mínimas cercanas a los 20°C; y finalmente las dos primeras semanas de septiembre fueron veraniegas.

© BIVB / Aurélien Ibanez

A partir del 24 de agosto, se produjo un cambio en el tiempo, con un descenso de las temperaturas debido a las tormentas, que ralentizaron la evolución. El regreso de las condiciones climáticas veraniegas a principios de septiembre permitió volver a un desarrollo sostenido.

Las primeras vendimias de las parcelas destinadas a la producción de Crémant de Bourgogne empezaron a principios de septiembre. En cuanto al vino tranquilo, se realizaron a lo largo del mes de septiembre.

Desde el punto de vista fitosanitario, aunque las plagas fueron muy discretas en 2023, el mildiu y el oídio hicieron temer lo peor. Sin embargo, estas enfermedades se contuvieron bastante bien en general. No obstante, la situación varió mucho en función del número de episodios lluviosos, la precipitación acumulada recibida y la calidad de la protección aplicada.

Las tormentas de finales de agosto reactivaron focos latentes de botrytis, sobre todo en el caso de la pinot noir, y ocasionalmente se desarrollaron focos de podredumbre ácida. No obstante, estas alteraciones en la vendimia, así como las bayas arrugadas por las quemaduras que se produjeron en agosto durante las altas temperaturas, se pudieron eliminar mediante una estricta selección en la entrada de la sala de cubas.

La añada 2023 se ha caracterizado por un volumen abundante y por un buen potencial de calidad.