Por Bureau Interprofessionnel des Vins de Bourgogne (BIVB)

La añada 2017 en Bourgogne causó un estado de ánimo general entre el alivio y el buen humor, ya que 2017 superó las expectativas de los viticultores. El año transcurrió deprisa, muy deprisa, pues la vendimia comenzó a finales de agosto con cantidad y una buena calidad. Después de una serie de añadas caracterizadas por las inclemencias meteorológicas –especialmente la de 2016–, la región de Bourgogne, recuperó sus rendimientos óptimos, mientras que la tendencia en el resto de Francia siguió a la baja.

¡La campaña comenzó sin tregua! Un clima templado entre finales de invierno y comienzos de primavera condujo a una brotación temprana y rápida. A partir de mediados de abril, pocos días bastaron para ver las primeras hojas en las cepas (suponiendo un adelanto de entre 7 y 10 días con respecto a la media del periodo comprendido entre 1994 y 2016). Desde ese momento las plantas se desarrollaron a una velocidad vertiginosa gracias a un tiempo soleado, caluroso y a unas lluvias más que bienvenidas. La presencia de enfermedades fue discreta, por lo que el número de intervenciones en campo fue muy reducido durante toda la campaña.

Sin embargo, no hubo ni un momento de tranquilidad, la viña siguió marcando el tempo. Todo sucedió rápidamente: a mediados de junio las cepas ya estaban en plena floración y los primeros racimos aparecieron enseguida. La precocidad de la añada se confirmaba (con un adelanto de entre una semana y 10 días con respecto a la media del periodo comprendido entre 1994 y 2016), presagiando unas vendimias tempranas, hacia principios de septiembre.

Durante los meses de verano, se sucedieron algunos periodos de intenso calor y hubo algunos episodios de meteorología bastante variable; aun así, la maduración continuaba a un buen ritmo.

El 23 de agosto se vendimiaron las primeras uvas al sur de la región destinadas a la elaboración del Crémant de Bourgogne, lo que supuso un adelanto de dos semanas en comparación a una añada clásica. Las vendimias continuaron desencadenándose rápidamente de sur a norte con solo algunos días de diferencia. Que las uvas fuesen utilizadas para elaborar vinos tranquilos o espumosos era irrelevante; solamente el grado de maduración de la fruta determinaba la fecha de vendimia.

En términos generales, las variedades blancas alcanzaron este punto antes que las tintas, y solo se vendimiaron las uvas que estaban en un perfecto estado sanitario y de madurez. La delicada pinot noir requería más paciencia. Durante la primera quincena de septiembre llegó una meteorología más propia de otoño. La amenaza de lluvia fue otro factor a considerar para seleccionar el momento ideal de la vendimia. El grueso de la vendimia se concentró durante las dos primeras semanas de septiembre.

Una meteorología más otoñal llegó durante la primera quincena de septiembre y la amenaza de lluvia fue otro factor a considerar para seleccionar el momento ideal de vendimia. El grueso de la vendimia se concentró durante las dos primeras semanas de septiembre.

El único momento comprometido fue la ligera helada primaveral en la región del Châtillonais y en una parte de Chablis y Mâcon. Dejando huella en aquellas bodegas más afectadas, aquellas que ya sufrieron las heladas de 2016.

Finalmente, la cosecha 2017 en Bourgogne sumó tanto cantidad –sinónimo de tranquilidad para muchos– como calidad.