Por Hubert Wiese

Habiendo estado durante 27 años ligado a una marca como Montblanc, parece que escribir acerca del mundo del Lujo debería ser tarea fácil. A decir verdad creo que lo que se entiende en el sentido literal de la palabra trasciende las fronteras de cualquier marca que se precie por importante que ésta pueda llegar a ser. Viajar, por ejemplo, llegó a ser un lujo al alcance de unos pocos afortunados. Hoy en día la mayoría de destinos en el mundo están ya a precios impensables. Lo mismo sucedía a la hora de adquirir alguno de los llamados productos de marca, era un auténtico sueño en sí, es decir, llegó a ser un Lujo el pensar en poder formar parte de ese entorno de marcas. El tiempo nos ha enseñado que la experiencia va mucho más allá de lo que se pensaba. Hoy en día Lujo es mucho más que un producto o llevar a cabo un sueño a través de un producto o marca.

Cuando me inicié en la empresa familiar, asumí el reto de transmitir lo que estaba viviendo, era un simple transmisor de generación en generación. El Lujo para mí personalmente era poder formar parte de ese grupo de personas que tenía la oportunidad única de vivirlo y transmitirlo. Durante los primeros años, la presión de hacer las cosas bien, sabiendo que había muchos ojos viendo y analizando lo que hacía, me hizo, digamos, sentir la necesidad de cambiar esa percepción. No fue tarea fácil, pero el camino hizo que coincidiera con personas que me enseñaron la verdadera descripción del Lujo, estrechamente ligada a una definición completamente distinta a la que tenía en mis inicios allá por el año 1987. En aquel año entregamos los Premios Montblanc de la Cultura por primera vez en España y en el mundo, dado que fue aquí donde se inició esa tradición que perdura a día de hoy y que me hace sentir parte de la Historia de una marca. En aquellos años no era más que una fábrica de artículos de escritura, nada que ver con lo que es actualmente. Ese día percibí que mucho más que un producto, era la capacidad de transmitir emoción a través del producto en sí. No dejemos de pensar que cuando una marca pasa a denominarse Lujo es porque hay una tradición centenaria de trabajar con los mejores materiales, artesanalmente, y donde la calidad siempre está por encima de la cantidad. Una estilográfica Montblanc, por ejemplo, lleva un plumín que se repasa manualmente en varias ocasiones antes de salir al mercado y que lleva más de 150 procesos implícitos en su creación. ¡Un maestro relojero suizo tiene a sus espaldas años de formación y experiencia antes de llegar a poder crear relojes que son en sí pequeñas obras maestras con mas de 300 y 400 componentes y 4 a 6 meses de trabajo por unidad!

Productos de apariencia lujosa puede haber muchos, pero son pocas las marcas de Lujo que comparten y transmiten esos valores imprescindibles para formar parte de ese pequeño grupo de Marcas que crean ese tipo de productos uno a uno.

Con el paso de los años, te das cuenta de que la escritura, el manuscrito principalmente, transmite sensaciones que sólo el que lo escribe y el que lo recibe son capaces de sentir y explicar. La parte emocional es la que da sentido a todo aquello que estás haciendo y trasmitiendo. Fue mi primera definición del Lujo siendo partícipe y la primera vez que sentí esas sensaciones al ver el fluir de la tinta azul sobre un papel, intentando transmitir un mensaje a otra persona. Desde una invitación a un agradecimiento, pasando por un simple dibujo, un te quiero o un hasta pronto. Parecía algo sencillo, pero si pensamos en la cantidad de cartas impresas que en aquel entonces se recibían en empresas y en hogares... Un sobre manuscrito paraba el tiempo y era siempre lo primero que se abría y leía. Teníamos la capacidad de parar el tiempo por unos instantes y de hacer que alguien al otro lado se sintiera especial. Ahí volví a entender que realmente era mucho más que un simple producto, era la capacidad de transmitir y llegar con un mensaje a otra persona, que por un momento se daba cuenta de que cuando alguien se toma el tiempo de escribir a mano, es porque quería decirte algo de forma distinta. Mi Presidente en aquella época me dijo textualmente: "Escribir a mano con una estilográfica es algo que se hace no a pesar de que vayas más despacio, sino precisamente por ello", ya que te estás tomando tiempo para esa persona. Hoy casi 30 años después cuando nos invaden los e-mails, los whatsapp o muchas otras formas de comunicar, la escritura a mano sigue siendo un Lujo inigualable en todos los sentidos. La experiencia en sí es tener tiempo y disfrutar haciendo lo que hacemos. 

[caption id="attachment_15494" align="aligncenter" width="800"]004-mont-blanc-arduino-vannucchi Con Quim Vila y Jean Luc Figueras. Foto Arduino Vannucchi[/caption]

Otro ejemplo de la definición de la experiencia del Lujo es el momento de heredar un artículo que ha estado en poder de la familia o de alguien especial en tu vida. Quién no sueña de niño con llevar el reloj de su padre o una joya de la madre, con compartir con su pareja un reloj con historia. Y más cuando te explican que ya son cosas que pertenecieron a antepasados. Artículos que perduran en el tiempo y que llevan consigo una Historia, algo que puedes contar y transmitir de generación en generación. La sensación/experiencia de llevar algo que ha acompañado a un familiar durante años es un Lujo y cuando es uno mismo quien comparte algo que lleva años consigo con personas a las que quiere, la experiencia incluso se amplifica. Como dice la campaña de publicidad de Patek Philippe: "Un PATEK nunca llegar a ser del todo tuyo, tuyo es el placer de custodiarlo hasta la próxima generación" .

Una de las mejores definiciones de esta experiencia es: Lujo es todo artículo que merece la pena ser reparado.

Pasaron los años y la experiencia del Lujo fue modificando nuestros hábitos, llegó la crisis y todos los seres humanos, independientemente de sus posibilidades, fueron dejando de adquirir este tipo de artículos y, con ello, muchas marcas sufrieron la caída de ventas en sus cuentas anuales. Dejamos de emocionar a seres queridos, amigos, compañeros de trabajo, etc., con algún detalle que en aquellos años se seguían llamando Lujo, ligado a lo emocional. Las marcas evolucionaban y creaban otro tipo de productos destinados a emocionar y el resultado seguía siendo el mismo, no se vendía tanto como antes. Fruto de ello nació lo que, en mi opinión y a día de hoy, es el Lujo de verdad. 

La palabra que mejor lo define pasó a estar ligada al tiempo, un Lujo en sí, pero compartido. Compartir es la mejor experiencia que existe, viajar, disfrutar de la gastronomía en un lugar remoto, abrir un vino en un momento especial, decantarlo y compartirlo. Riedel Austria hace unas décadas supo ver que el vino era un transmisor de emociones, pero que carecía de la herramienta adecuada y desarrolló las llamadas copas Varietales, distintas entre sí porque han sabido extraer lo mejor de cada vino en la copa específicamente pensada y creada para cada variedad, convirtiendo ese momento en algo único.

Un paseo por la montaña o la playa, vivir una experiencia con la familia, amigos, compañeros de trabajo o de la niñez. Todo ello son experiencias de Lujo. Y lo más sorprendente es cuando miras atrás y te das cuenta de que toda la vida ya lo habías disfrutado. Yo mismo recuerdo mis años de inicio, cuando celebrábamos cenas de homenaje a grandes escritores, en las que nos juntábamos 20 amigos alrededor de una mesa, seleccionando vinos relacionados con la época. El Chef Jean Luc Figueras diseñaba cada menú con el mismo sentido y cariño, y nosotros compartíamos esos momentos sin pensar más allá que en disfrutarlo en compañía. Quienes hayan tenido la suerte de poder disfrutar de El Bulli seguro recordarán que más allá de la experiencia gastronómica en sí, la llegada a un lugar mágico de la mano de Juli Soler y de todo el equipo liderado por Lluís García te hacían sentir como en casa y compartías un sueño, momento a momento, plato a plato. El Lujo era poder vivirlo.

[caption id="attachment_15485" align="aligncenter" width="800"]bulli Con el equipo de El Bulli[/caption]

Estoy seguro de que cuando leáis estas líneas todos sentiréis lo mismo, recordando momentos vividos y compartidos que en algún momento fueron especiales con personas que significan algo en la vida de cada uno. La experiencia es haber vivido esos momentos y saber crearlos, algo que no tiene precio porque no se compra, únicamente hay que generarlos de la manera más sencilla y contarlos a quienes lo comparten contigo. Hace un año tuve la oportunidad de conocer a Gregori Salas, quien desde la Asociación Gastronómica Casacas Rojas que dirige, ha generado una verdadera fábrica de experiencias gastronómicas. Éstas son un Lujo en sí, no por lo que puedan valer sino por lo que crean, comparten y transmiten con personas que se conocen o acaban de conocer, donde nadie es más que nadie, sino sólo un grupo de personas dispuestas a disfrutar y a compartir momentos únicos e irrepetibles. 

La experiencia del Lujo ha dejado de significar poseer desde hace tiempo, ahora es compartir. Ha dejado de ser utilizada en singular para ser plural. Antes se deseaba tener y ahora se quiere vivir una experiencia. Compartir es la clave que nos hará disfrutar de las experiencias, ya sea sentados alrededor de una mesa, viajando a cualquier lugar del mundo o simplemente admirando una obra de arte en un museo un día cualquiera del año. 

Podría enumerar muchas más experiencias, pero permitidme que os invite a cada uno de vosotros a recordar las que habéis vivido y que no dejéis de hacerlo. El mundo del Lujo bien entendido se basa en el Believe que cada uno tenga, en saber compartir momentos con las personas que te importan, saber escuchar y saber percibir cuando se está viviendo un momento único. Porque más allá de cualquier producto, Lujo no es otra cosa que la generosidad de dedicar Tiempo a Compartir. La mejor experiencia posible en mi opinión. 

Hubert Wiese Hubert Wiese es una persona inquieta, con amplia experiencia en el mundo del lujo y retail de marcas premium, además de ser un amante de la gastronomía. Nace el 24 de noviembre de 1962 en Barcelona, hijo de padre español y madre guatemalteca. Cursa sus estudios en el Colegio Alemán de Barcelona y posteriormente inicia una formación Comercial a través de la Cámara de Comercio Alemana, formación que compagina trabajando de prácticas en cada uno de los departamentos de la empresa Pendelástica, situada en Martorell. Tras su paso por el servicio militar inicia su andadura profesional el año 1984 en Guatemala, trabajando en proyectos muy diferentes como parte de su aprendizaje, primero en una exportadora de productos agrícolas como café, cardamomo, sésamo etc. y, posteriormente, con productos no tradicionales.  Finalmente entra en el departamento de ventas de la linea aérea KLM. Durante ese tiempo gestiona paralelamente la implantación en Guatemala de los paquetes informáticos de Logic Control, empresa de Sabadell.  En 1988 regresó a Europa, concretamente a España, para integrarse en el negocio familiar, empresa que desde 1940 venía distribuyendo la marca Montblanc en España junto a otros productos de escritorio y oficinas. No fue hasta el año 1993 cuando Montblanc implanta su filial en España y entra a trabajar como asistente de gerencia. Tras un importante proceso de expansión, en 2014, Hubert Wiese toma la decisión de dar un giro radical y terminar su vinculación con la marca para crear junto a su entonces Director Financiero en Montblanc y mano derecha, Ángel López, su propia empresa. Alper Vintage nace con la vocación de ayudar a gestionar y hacer crecer proyectos In House de marcas “Premium", siendo en la actualidad clientes marcas como Riedel Glass y Joyeria Bagués Masriera.