Recordando la cosecha de 2018, puedo decir que fue una de las más húmedas, especialmente durante los meses de verano, lo que desembocó en el clásico clima tropical (calor húmedo) de los últimos ocho años.

Nos vimos obligados a hacer muchas más pasadas para deshojar. Primero en las cepas de chardonnay, yendo siempre por capas, porque no queríamos que las bayas se quemaran; pero, al mismo tiempo, pretendíamos que el viento pudiera pasar a través, para que las secara rápidamente tras cada lluvia. Además, los racimos así expuestos ¡se ven totalmente alcanzados y envueltos por el propóleo y la arcilla! Ambos son productos naturales que usamos, tanto en uvas blancas como en tintas, en estas últimas etapas de maduración. Tras mucho esfuerzo ¡logramos cosechar y elaborar un gran chardonnay!

En cuanto a las tintas, más o menos nos encontramos en las mismas condiciones de lluvia, humedad y, en ocasiones, incluso niebla (lo peor que puede ocurrir en este período).

Pero, como viticultores expertos y atentos, hemos interpretado la añada siempre dosificando nuestras intervenciones, sin dejarnos engañar por las apariencias; interviniendo, como en un mosaico, en cada una de las diferentes parcelas y en los diferentes viñedos de los que cosechamos las uvas para el Passorosso.

La cesanese reaccionó muy bien y resistió hasta el final, permitiendo así obtener un vino acorde con el contenido de alcohol de diversas cosechas anteriores (a pesar de una vendimia ligeramente más temprana), con aromas mucho más marcados de azahar y un aroma global mucho más desarrollado, manteniendo la acidez característica de la variedad.

La petit verdot fue la que más sufrió los efectos de la añada: la vendimia tuvo lugar unos 10 días después que la del cesanese, tras las huellas de la segunda luna creciente, lo que nos permitió cosechar las uvas en perfectas condiciones sanitarias. Con un cierto perfil Bordeaux en cuanto a las estructuras ácida y alcohólica, pero obteniendo al mismo tiempo –tras una cuidadosa y paciente espera– la clásica y única riqueza mediterránea, expresión de esta variedad en el ondulado suelo del volcán Etna.

Por todo ello, esperamos obtener un Franchetti tímido en su fase inmediata, y también en su fase juvenil; pero bien equipado, con esqueleto y una sólida base como para afrontar su viaje de envejecimiento, y engrandecerse en él, alcanzando lejanos hitos a lo largo del tiempo.

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