Por Clara Isamat Era un día soleado de 1976. Desde primera hora de la mañana se trabajaba para tener la casa preparada para cuando llegaran los invitados. Por las ventanas que daban al jardín entraba una luz anaranjada, el suelo de parqué brillaba como si nunca se hubiera pisado. Los ramos de flores estaban perfectamente dispuestos por todo el salón y...