Por Nuno de Oliveira Garcia

Portugal es mundialmente conocida por su vino de Oporto, vino que, como algunos saben, no se elabora con uvas procedentes de la ciudad de Oporto, sino de la región del Douro que comienza a 100 km al este de la ciudad y se extiende hasta España. El nombre vino de Oporto viene porque desde Oporto –la segunda ciudad de Portugal después de Lisboa– el vino se exportaba en barcos, sobre todo hacia Inglaterra. Pero si el Vino de Oporto es el ex libris de los vinos portugueses, los vinos de Lisboa se dirigen cada vez más hacia un camino de éxito. En efecto, los vinos de la región de Lisboa –que difieren de los de Oporto porque no están fortificados (no se les añade aguardiente)– están cada vez más buscados, su nivel de calidad no ha dejado de aumentar y son de los más históricos y apreciados del país.

La región de Lisboa es vasta y ocupa un territorio enorme en torno a la ciudad que le da el nombre, y agrega casi 10 subregiones. Algunas de estas subregiones deben conocerse como es el caso de la mítica Colares con sus vinos casi eternos (a 10 km de Sintra ya 30 km de Lisboa), la bucólica Bucelas (a media hora de la ciudad, al norte), donde reinan los blancos de la casta Arinto, o la calurosa Alenquer (a 45 minutos) de donde proceden tintos poderosos. Carcavelos otra región junto a la turística y elitista zona de Estoril, tenía los vinos más interesantes de toda la región –uno fortificado y envejecido en madera como el vino de Oporto–, pero en la que actualmente prácticamente sobrevive un solo productor. Las viñas se han ido sustituyendo por edificios de vivienda y hoteles, por lo que hoy en día es preferible comprar buenas botellas de algunos vinos viejos de Carcavelos que visitar sus viñas residuales.

Pero volvamos a Colares. Esta es ciertamente la subregión con mayor aptitud enoturística. Está muy cerca de Sintra y de sus famosos palacios y castillos, y junto al mar con playas y restaurantes atractivos que sirven el mejor pescado del mundo (en palabras de Sergi Arola que pasa regularmente vacaciones en esta zona). En realidad, es la proximidad al mar –al bravo Océano Atlántico–, y un clima particular –exposición a vientos salinos y nieblas matinales– los factores que más marcan el perfil marítimo de los vinos de Colares.

También las variedades son emblemáticas y autóctonas de la región, con el monopolio de la ramisco (en los tintos) y de la malvasía de Colares (en los blancos) plantados en pie franco en suelos arenosos resistentes a la filoxera. Los tintos son balsámicos, con una bonita acidez mineral, secos y con un tanino que agradece la evolución en botella, mientras que los blancos son minerales con aromas salinos y yodados. La región no cuenta con más que media docena de productores y todos se disputan las mismas uvas, casi todos son productores antiguos y tradicionales, con la excepción del Casal de Santa María –que merece una visita y que se considera la bodega más occidental de la Península Ibérica– y del productor Cascas Wines (que no puede visitarse). Junto a Colares, imperdible la visita a la Adega Viúva Gomes  e intente probar algunos de sus vinos históricos, muchos de ellos todavía a la venta. En el top de la lista está su Colares de 1969 (el 1965 y el 1934 también están en gran forma), en perfecto estado para catar y descubrir la evolución perfecta de este terroir tan específico. Los blancos evolucionan igualmente bien durante algunas décadas, pero se pueden beber sin tanta guarda como los tintos. En la región, además de la Adega Regional de Colares –cuyas instalaciones merecen visita por su magnificencia–, se recomiendan los productores ya mencionados: Cascas Wines y el Casal de Santa María.

Al norte de Lisboa y a poca distancia gracias a las autopistas, encontramos la subregión de Bucelas, entre valles verdes que recuerdan el paisaje de la Toscana con más nieblas matinales. Son, sin embargo, estas nieblas las que moldean la variedad reina y hacen que en esta región destaque la calidad de una sola variedad: la blanca arinto. Se trata de una uva bastante extendida por el país, pero que en Bucelas encuentra el terroir perfecto, que le permite mantener su frescura y acidez típicas junto con una exuberancia aromática. Tal vez la mejor Quinta para visitar es la Quinta da Romeira, una de las más sólidas de la subregión, aunque hay muchos otros productores excelentes, como el caso de Coteaux de la Murta. Pruebe también los vinos de la región elaborados por el experimentado enólogo Paulo Loureano.

No muy lejos de Bucelas, pero con un clima totalmente diferente –más cálido y menos húmedo–, encontramos Alenquer, zona histórica en la producción de vinos tintos. La leyenda cuenta que, durante la ocupación francesa, los soldados ingleses que ayudaron a las tropas portuguesas eran unos fanáticos del vino local, hasta el punto de no querer volver a Inglaterra... La verdad es que el clima mediterráneo y los suelos calcáreos brindan tintos poderosos y llenos de fruta, verdaderas perlas de placer. Imposible perderse los vinos de la mítica Quinta de Pancas (que, sin embargo, no puede visitarse), ni los de la Quinta do Monte d'Oiro, bellísima propiedad que merece una visita pausada, así como catar sus diversos vinos, en especial el Aurius (touriga nacional con un poco de syrah) y el Reserva (syrah y viognier), que es sin duda uno de los más profesionales y consistentes de la región.

[caption id="attachment_17876" align="aligncenter" width="1000"] Lisbon Family Estates[/caption]

No muy lejos de la Quinta de Monte d'Oiro se encuentra la Quinta da Chocapalha, conocida por sus vinos blancos vibrantes y tensos (entre los que destacan los elaborados con las variedades arinto y chardonnay) y sus tintos de touriga nacional. Los dos elaboradores forman parte de una asociación Lisbon Family Estates, que también cuenta con la Quinta de Sant'Ana en Mafra, otra bellísima propiedad que merece una visita prolongada, e incluso quedarse a dormir, y donde se puede hacer de todo un poco con la familia. No muy lejos de Mafra, queda el galardonado productor Adega Mãe con sus vinos blancos que reflejan todo el terroir atlántico –elaborados por Anselmo Mendes, uno de los mayores enólogos de Portugal– y su moderna bodega, que bien merece una visita.

[caption id="attachment_17874" align="aligncenter" width="1000"] Quinta da Chocapalha[/caption] Como se ve, Lisboa no es sólo una ciudad vibrante y multicultural, también es una apasionante región de vinos con muchos terroirs diferentes y mucha historia. Sus blancos frescos y sus tintos cálidos merecen ser descubiertos.

Vinos a degustar: (Colares): Viuda Gomes Ramisco tinto 1969 (96/100) Cascas Wines Ramisco tinto 2011 (94/100) Lisboa (Bucelas): Morgado de Sta. Catarina blanco 2015 (92/100) Quinta da Murta blanco 2012 (93/100) (Alenquer): Aurius tinto 2012 (93/100) Quinta de Pancas Grande Reserva tinto 2013 (94/100) (Mafra): Quinta de Sant'Ana Touriga Nacional tinto 2012 (92/100) Lisboa (Otros): Adega Mãe Alvarinho blanco 2015 (92/100) Chocapalha Vinha Mãe tinto 2012 (92/100)

Quinta de Monte d'Oiro

  Nuno de Oliveira Garcia Especialista en vinos del mundo, como Sudáfrica, Argentina, Chile, España, Italia, con diversos viajes a las zonas productoras, y especialista en vinos portugueses que ha organizado y liderado decenas de paneles de cata en diversas regiones de este país. Crítico de vinos en la publicación Revista de vinhos, de 2012 a marzo de 2016. Docente en la escuela de Turismo de Portalegre (2016-2017). Profesor en las dos primeras ediciones del curso de sommeliers en el módulo Vinos del Mundo. Crítico de vinos en la publicación VINHO – Grandes Escolhas, desde abril de 2017.