Raíz

La familia Morey es originaria de Chassagne-Montrachet, estableciéndose en Mersault cuando Alexis Morey tuvo que huir clandestinamente en 1793 durante la Revolución Francesa. Allí fue donde se estableció denitivamente tras conocer a Mademoiselle Millot, con quien contrajo matrimonio. La descendencia de Alexis fue numerosa, 31 nietos, y las herencias van dividiendo las propiedades con el paso de las generaciones.
Ya en el s. XX, Auguste Morey, padre de Pierre, sólo tenía unas pocas parcelas en propiedad. Durante la crisis de 1929 amplió los terrenos con la compra de los viñedos a su arrendador y, en 1935, llegó a un acuerdo con Henri Lafon para hacerse cargo de la gestión de sus parcelas junto a otros ocho viticultores .
Pierre se hizo cargo de la bodega en 1971 con 10 hectáreas de viñedos en Bâtard-Montrachet Grand Cru, Montrachet Grand Cru, Meursault 1er Cru Perrières, Monthélie 1er Cru, Pommard 1er Cru Grands Epenots y Volnay 1er Cru. El resto, repartidas por diferentes lieux-dits situados en su mayor parte en Meursault, pero también en Monthélie, con los que elabora vinos de village y Bourgogne regionales.
Poco a poco, su padre Auguste fue cediéndole también los contratos de arrendamiento de ? ncas que pertenecían a Lafon, Poirier y otros miembros de la familia Morey. Pero en 1984 Dominique Lafon quiso recuperar las fincas alquiladas para trabajarlas en exclusiva.
Poco después Pierre, que además de gestionar la bodega familiar trabajaba para Domaine Leflaive administrando la propiedad, decidió fundar una Maison de négoce en 1992: Morey-Blanc, con la que poder compensar la pérdida de los viñedos de Lafon. Durante 20 años se encargó de las tres empresas en paralelo, pero en 2008 abandonó la dirección de Domaine Leflaive para dedicarse en exclusiva a su propio proyecto con la ayuda de su hija Anne.
Las parcelas de Pierre Morey siguen una viticultura ecológica desde 1993, y biodinámica desde 1998. Un requisito obligatorio también para los viticultores a quienes compra uva destinada a la firma Morey-Blanc.
La vendimia se realiza manualmente, las uvas se transportan a la bodega rápidamente y se prensan mediante prensa neumática donde se obtiene un mosto que se deja reposar en depósito de acero inoxidable entre 12 y 24 horas. La fermentación alcohólica se realiza en barricas de roble aprovechando las levaduras indígenas. Cuando termina la fermentación comienza el trabajo de bâtonnage. La crianza se alarga entre los 16 y los 20 meses en los chardonnay, mientras que los aligoté se mantienen en barricas de roble parcialmente nuevas entre 12 y 16 meses.
En el caso de los vinos tintos las uvas se despalillan y se realiza una maceración carbónica hasta que comienza la fermentación alcohólica espontáneamente. Se realizan frecuentes hundimientos del sombrero a temperatura controlada para favorecer su desarrollo aromático. Finalizada la fermentación, los vinos se trasladan a una bodega subterránea para realizar la fermentación maloláctica en bota durante todo el invierno, donde permanecen entre 15 y 20 meses –según la añada– antes de embotellarse por gravedad.

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